La idea es simple: poder generar un espacio donde ver películas con un criterio artístico y cinematográfico además del disfrute del cine como el mejor entretenimiento. A esto se le suma la posibilidad de accionar sobre la realidad actuando como un cine club comprometido con su tiempo y espacio y amplia sus actividades a sectores barriales, asociaciones civiles, etc.
lunes, 21 de junio de 2010
Hace cuanto que te espero (por Kenneth Miller)
El título de este comentario podría haber sido, también, el título de la película “Hace Mucho que te Quiero” (Francia, 2008).
Aunque pueda parecer (lo es, a gran modo) muy compleja, en realidad, la trama de la película parte de una fórmula conocida en cine, ésta es: reaparece luego de varios años un personaje misterioso (una mujer, en este caso) que habla poco y que, se sospecha, carga con un pasado trágico. Ahora bien, lo que la película devela con maestría (lección en guión-dirección de Philippe Claudel) es el pasado y presente del personaje central, Juliette, interpretado por Kristin Scott Thomas (inigualable).
Como el gotero de un suero, en el momento justo, se desprende una milimétrica cantidad de información que recorre las ominosas sospechas que se tienen del pasado de Juliette, sobre todo cuando rápidamente se deduce que ha estado muchos años en prisión.
Elsa Zylberstein interpreta a Léa, hermana menor, por varios años de diferencia, de Juliette; ésta recuerda que cuando salía de la facultad buscaba a la pequeña Léa de las clases de ballet, Léa no lo recuerda: apenas tiene memoria de actividades con su hermana mayor. Sin embargo Léa busca a Juliette y la incorpora a su vida familiar, el motivo de la ausencia de Juliette es innombrable, el marido de Léa quiere ser un buen esposo por lo que trata de disímular su inconmodidad (falla en el intento pero persevera), la sobrina mayor de Juliette es ajusticiada al silencio cada vez que pregunta a la tía dónde estaba los últimos años.
Léa no se rinde, a pesar del mutismo de Juliette, de la vieja prohibición de los padres de tener algún tipo de contacto con su hermana mayor “Me prohibieron que te escriba” “Después que te fuiste pasé a ser hija única”.
Léa no se rinde, quiere ser el pilar de su hermana mayor, el dolor contenido en el rosto de Juliette se desgaja de a poco pero sin hacer parte de su sufrimiento a Léa (que es lo que más desea).
Léa no se rinde, es la socia silenciosa de su hermana, hace el aguante pero intuye (sabe) que algo en el pasado de Juliette está sin revelar por lo que llegará el momento de confrontar a su hermana mayor...
“Hace mucho que te quiero”, cuyo título original es “il Y a longtemps qe je taime” (aunque a mí personalmente me encanta la traducción inglesa: I've been loving you so long – Te he estado amando por tanto tiempo), es cine para adultos. Tan mal acostumbrados estamos a que las películas “tengan que” tener ritmo, deban ser ágiles, vertiginosas (no vaya a ser que uno tenga tiempo para pensar por sí mismo) que, tal vez, ésta película puede ayudar a desempolvar el aceleramiento cotidiano. A aquellas, abiertas o clandestinas, almas pochocleras advierto: la película no es lenta, pesada o aburrida; todo lo contrario, sobrepasa de intensidad. Es, justamente, una invitación a advertir que en una película la intensidad de los personajes o las relaciones humanas desarrolladas pueden ser reconocidas por otros signos a los que habitualmente nos tiene acostumbrado el cine o la televisión, doy ejemplo: un personaje “atormentado” para ser reconocido como tal por el espectador no sólo, o siempre, necesita dar portazos, golpear algo o alguien, arrojar objetos, insultar, reírse a carcajadas o elevar la voz (en la película se grita una vez).
El dolor, la angustia, de Juliette se puede reconocer en sus ojos tristes, en la constancia para esquivar el contacto visual, para huir o cortar un posible diálogo, en el acto reflejo a andar con la cabeza gacha, en el modo de apretar los dientes y mover la quijada cada vez que prende un cigarrillo. Mientras que la solidaridad de Léa se nota en la búsqueda de la mirada que la hermana esquiva, en no preguntar hasta que lo crea necesario, en contenerse en las pautas que Juliette ofrece, en su ansiedad para que las conversaciones fluyan o se extiendan, en la manera en que disímula el dolor que la ausencia le causó ya que entiende que el dolor de la hermana mayor es más fuerte. Este es el modo en que las dos actrices se manejan y así transcurren los lapsos de la película hasta que el gotero suelta su dósis y nos enteramos algo más de Juliette. Y aunque las actuaciones se complementan en su excelencia creo que la de Kristin Scott Thomas -Juliette- (he aquí el real motivo que me llevó a escribir) puede proyectarse como una de las cinco mejores actuaciones femeninas del siglo, sólo Kate Winslet -potencialmente y a menos que surja una sorpresa- podría ofrecer una actuación de tal calibre en unos 15 o 20 años; la mayor edad importa. Suena exagerado, lo reconozco, y el paso del tiempo (del siglo, específicamente) validará o no una efímera opinión pero imagino a profesores de actuación en todo el mundo cortando y recortando las escenas de (la Inglesa) Kristin. La mejor prueba sería la siguiente (la que nadie, ni yo, tiene tiempo de hacer) invito a ver la película dos veces, sólo que en la segunda oportunidad intenten verla sin leer los subtítulos: notarán que todos los gestos de Juliette (y Léa) cuentan la película de principio a fin.
Los premios, los reconocimientos, que haya recibido Kristin Scott Thomas los desconozco pues son aún más efímeros que mi opinión; el sustento en el tiempo es la medida del valor de una obra en el arte...sino ¿por qué creen que se encuentran discos de los Beatles o Mozart, todos los días, en cualquier disquería del mundo?
Hace mucho que te quiero es, repito, cine para adultos. Con ello me refiero (los que piensan en Sasha Grey, deténganse ya) a un cine de madurez, antes que biológica, emocional, artística, cultural y cinematográfica.
Desde un lugar, detrás de los cabales recuerdos, donde todo está sigilosamente disperso Léa reconoce sentimientos hacia su hermana mayor, que sortean la ausencia, despreocupándose de por qué o de dónde vienen y que impulsan a contenerla.
No recuerdo con precisión los diálogos pero mientras veía la película imaginé que la hermana menor, que tanto anhelaba recuperar a la hermana mayor, decía: ...estoy aquí...por ti...¿lo sabes?...te espero...¿vendrás?...¿estarás aquí, conmigo?...te he estado amando por tanto tiempo.
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