La idea es simple: poder generar un espacio donde ver películas con un criterio artístico y cinematográfico además del disfrute del cine como el mejor entretenimiento. A esto se le suma la posibilidad de accionar sobre la realidad actuando como un cine club comprometido con su tiempo y espacio y amplia sus actividades a sectores barriales, asociaciones civiles, etc.
martes, 10 de agosto de 2010
Leche Agria (de Silvio Pratto)
(Este texto fue publicado en el blog nubosidadvariable2.blogspot.com, con motivo de la entrega de los oscar el 09 de marzo de 2010)
La película de Claudia Llosa, pone bajo el reflector las heridas más profundas que la guerra civil dejó en las poblaciones andinas del Perú. La directora procura hacer un trabajo antropológico (pero no lo hace, pues no existe tal cosa a la distancia) situándose en un pueblo joven -esos nacidos producto del exilio de las poblaciones campesinas- desde donde retrata costumbres y formas de vida, en lo que intenta ser una radiografía cultural. La cinta hace realidad las supersticiones, apoyándose en una historia de vida que pretende ser el paradigma del sufrimiento campesino en épocas de Sendero Luminoso.
La interpretación a cargo de Magaly Solier no admite titiriteros. La actriz, oriunda de Ayacucho -una de las zonas más castigadas por la coacción guerrillera y, aunque no se manifieste, paramilitar- pone al servicio del guión su aspecto cansino y castigado, su dominio del quechua y su bellísima voz. No lo hace así el resto del reparto, elegido justamente entre habitantes de los “pueblos nuevos” cuya nociones actorales son básicas como mucho. Los recursos técnicos son bien utilizados y la película como pieza audiovisual está muy bien lograda, con una fotografía repleta de los matices que ofrece el paisaje peruano y climas muy intensos que recuerdan al mejor estilo de nuestra Lucrecia Martel.
El mensaje corrosivo que vende “La Teta Asustada” fue muy criticado por los peruanos, especialmente por los andinos, quienes acusaron a la cinta de racista y de ofrecer al mundo una visión subdesarrollada y sesgada, de la cultura del país. No obstante, la campana que suena no pareciera portar esa intención, y aunque el estereotipo del poblador andino que se ofrece, peca justamente por ser un estereotipo, es innegable que la historia de un país deja marcas cuyas cicatrices, por molestas que sean, no dejan de ser ciertas. Al fin y al cabo, los pueblos originarios y los pobres latinoamericanos, son los principales perjudicados de las sistemáticas atrocidades vividas por este sector del mundo. Sus aparentes características que fueron castigadas por denigrantes, quizás puedan leerse como el resultado de siglos de segregacionismo, racismo y falta de oportunidades para los pueblos originarios.
Para ver más textos del mismo autor, pueden hacer click aqui
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