La idea es simple: poder generar un espacio donde ver películas con un criterio artístico y cinematográfico además del disfrute del cine como el mejor entretenimiento. A esto se le suma la posibilidad de accionar sobre la realidad actuando como un cine club comprometido con su tiempo y espacio y amplia sus actividades a sectores barriales, asociaciones civiles, etc.
lunes, 13 de septiembre de 2010
"Alamar" en La Moviola
Al admirar la hermosura de “Alamar” —película rodada en Banco Chinchorro, zona de arrecife de coral en el estado mexicano de Quintana Roo—, es inevitable pensar en la reciente catástrofe ecológica del Golfo de México en que la negligencia de la empresa British Petroleum resultó en casi cien días de vertido ininterrumpido de petróleo al océano.
Aunque en palabras del director no fuera la intención primaria de la película, “Alamar” retrata lo que, como seres humanos, tenemos que perder con actitudes irresponsables e irrespetuosas con el medio ambiente que habitamos.
La voracidad petrolera de un sistema económico que explota los recursos naturales para saciar un consumo desaforado, resulta en catástrofes en que el mar, fuente de trabajo, deleite y, en definitiva, vida, sale dañado.
“Alamar” es una ventana abierta por la que se escucha la brisa marina y el susurro de las olas, una película con olor a salitre y sabor a pescado.
Jorge tuvo un idilio con una turista italiana en México del que resultó un hijo. La mamá y el niño se regresaron a Italia y, tras varios años de separación, Jorge decide traer a su hijo desde Roma para pasar unas vacaciones junto con su abuelo.
Los tres comparten varios días en un palafito —una casa que está en una plataforma sobre el agua— navegando, pescando, comiendo y departiendo, en lo que constituye una exaltación a la vida ligada al mar y la pesca. Sus únicos acompañantes son un cocodrilo, una garza y el ubicuo mar.
De apenas hora y cuarto de duración, la película fue dirigida, escrita, fotografiada y editada por Pedro González-Rubio, joven cineasta de México DF. “Alamar” es su segundo largometraje, después de haber codirigido el documental “Toro negro”.
Sin abandonar del todo el carácter documental, en lo que se refiere al uso de actores no profesionales y al carácter etnográfico, la película se adentra más en el terreno de la ficción.
Con una hermosa fotografía rodada en video de alta definición y bajo la óptica del gran angular, la película constituye una oda a los trabajos y los días ligados a la mar.
La línea argumental es tenue, sin por ello menoscabar el interés del espectador, dada la intimidad y la calidad entomológica con que González-Rubio afronta su labor.
La película también muestra el espíritu didáctico del papá hacia un hijo que vive lejos, en otro continente, enseñándole lo que es una barrucada, un siricote, una garrapatera, a escamar los pescados, a destazar langostas, a pescar con pita y anzuelo.
El niño, venido de una ciudad europea, se acondiciona gradualmente a su nuevo entorno, andando sin camiseta y descalzo todo el día.
Una película linda y humilde que se debiera enseñar a los accionistas de British Petroleum y a las grandes empresas conserveras para que vean lo que están matando con su avaricia.
“Alamar” recibió el Premio al Mejor Director Novel en el pasado 53º Festival Internacional de Cine de San Francisco, y premios en los festivales de Rotterdam, Miami, Buenos Aires y Morelia. El Tecolote aprovechó la visita de González-Rubio a nuestra ciudad para hacerle algunas preguntas acerca de su película.
(escrito por IÑAKI FDEZ. DE RETANA para El Tecolote)
"Alamar" se proyectará este jueves 16 de septiembre a las 21:30 en el Museo Arqueológico, Avellaneda 355.
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